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miércoles, 10 de mayo de 2017

Reading Paper Flowers 2017: Eat, Pray, Love, de Elizabeth Gilbert (4/12)

Hace un par de meses (Pucha, en febrero para ser exacta) me bajó el atacazo literario y escribí una reseña bastante general de tres libros en la otra cuenta. Y para ser sincera, de los tres, el último en leer fue Come, Reza Ama...incluso cuando fue el primero en mi lista para este año.  
Me da mucha lata volver a pensar en una reseña más elaborada, pero pucha, es necesario cerrar el ciclo con este libro. Como les dije, Eat, Pray Love (COMER, REZAR, AMAR) de Elizabeth Gilbert fue el primer libro de esta lista y desafío para el 2017.
No es un libro nuevo, ni una historia que desconozca. De hecho llegué a el, como muchas gracias a la película del mismo nombre y protagonizada por Julia Roberts. Es la historia de Liz, una mujer que, cansada de la vida que ha escogido (o que ella misma se ha impuesto, o que le ha impuesto la sociedad, elijan una de ellas…) decide romper con todo: con su matrimonio, con su casa, con su vida, con su trabajo estable… y se va en busca de sí misma. Italia, India e Indonesia son los tres países que la autora decide visitar durante su particular año sabático. En cada una de ellas descubrirá una parte fundamental de la vida, algo que desde hacía tiempo se estaba perdiendo, que sentía le hacía falta. Cabe destacar que Liz no es otra que Elizabeth Gilbert, la autora del libro. Sí, se trata de un libro autobiográfico.
En cada país, la autora relata un elemento diferente dentro de su propio aprendizaje; de su propia "absorción de lo que falta". Italia, por un lado le da la oportunidad de re encantarse con su vida, de encontrarle un gustito diferente a las cosas (A través de la comida más rica del mundo, obvio), y de aprender a soltar aquellas cosas que nos atan (a través de los años de historia que la ciudad de Roma y sus ruinas abarcan). Definitivamente, no pudo iniciar mejor. La India por otro lado, cumple una función más interna: Liz aprende a perdonar, a perdonarse a si misma y a encontrar a Dios. Aquí, quiero dejar en claro que personalmente no me encuentro una persona religiosa, y que considero el concepto de Dios abierto a interpretaciones según el lector. Aquí no vengo a poner en tela de juicio la imagen de Dios, sino a tomar en cuenta la idea que la autora pone sobre el concepto del perdón. Finalmente, el viaje termina en Indonesia, es en donde se encuentra el (des)equilibrio necesario para
volverse a enamorar.
                           
Encuentro que el libro dista mucho de ser una novela romántica (aún cuando tiene mucho contenido emotivo) o no podría ser catalogado como "autoayuda". Simplemente relata las anécdotas vividas en un año, y el resultado de estas en la vida de una persona. Que de ahí podamos adaptar aquel aprendizaje a nuestra propia manera de ver las cosas es otro cuento, que vale la pena leer. Por otro lado, siento en el fondo de mi corazón que, si a ustedes les gustó la película tanto como a mi TIENE QUE DARSE EL TIEMPO DE LEER EL LIBRO. No por la eterna discusión ñoña de películas versus libros, sino que por el simple hecho de hacerse de la imagen completa de la historia. Su correspondiente adaptación cinematográfica deja hartos hilos sueltos dando vueltas por ahí. 
HÁGAME CASO. No se va a arrepentir. 
Llega un momento en la vida en el que no te queda más alternativa que aprender todo que tienes en frente; te transformas en una esponja y absorber todo lo que te encuentras. Llega un punto en el que no puedes andar haciéndote más la loca y hay que dar un paso adelante. Crecer, aunque físicamente me quedé pegada en el metro cincuenta. Madurar, porque al fin y al cabo no es un proceso exclusivo para las frutas. El problema empezó cuando recordé que una vez me dijeron una hueá que me quedó dando vueltas, y hasta el día de hoy me hace sentido: el que no aprende repite. Y aquí me vi, repitiendo mil cosas que ya había dado por terminadas.
Aprender. Absorber. Avanzar. Repetir.
Suena sencillo, pero uno es medio hueona a veces y se nos olvida reprogramar el cerebro para ese proceso. Pero el ser humano en general es precavido, y creo la magia necesaria para recordarnos el camino; esa magia muchas veces está guardada en los libros.

No es necesario tener mucha plata para hacer un viaje, ni seguir al pie de la letra las experiencias de otra persona. Pero créanme cuando les digo que uno puede agarrarse a este tipo de historias para iniciar cualquier tipo de "viaje" (a.k.a. "cambio", "retiro espiritual" o como lo quiera llamar). Sea feliz, y use todo lo que sea necesario para ello.